sábado, 19 de junio de 2010

LA ETICA PROFESIONAL

LA ÉTICA PROFESIONAL

Ética Profesional La profesión se puede definir como ʺla actividad personal, puesta de una manera estable y honrada al servicio de los demás y en beneficio propio, a impulsos de la propia vocación y con la dignidad que corresponde a la persona humanaʺ. En un sentido estricto esta palabra designa solamente las carreras universitarias. En sentido amplio, abarca también los oficios y trabajos permanentes y remunerados, aunque no requieran un título universitario. En virtud de su profesión, el sujeto ocupa una situación que le confiere deberes y derechos especiales, como se verá: • La Vocación. La elección de la profesión debe ser completamente libre. La vocación debe entenderse como la disposición que hace al sujeto especialmente apto para una determinada actividad profesional. Quien elige de acuerdo a su propia vocación tiene garantizada ya la mitad de su éxito en su trabajo. • Finalidad de la Profesión. La finalidad del trabajo profesional es el bien común. La capacitación que se requiere para ejercer este trabajo, está siempre orientada a un mejor rendimiento dentro de las actividades especializadas para el beneficio de la sociedad. Sin este horizonte y finalidad, una profesión se convierte en un medio de lucro o de honor, o simplemente, en el instrumento de la degradación moral del propio sujeto. • El Propio beneficio. Lo ideal es tomar en cuenta el agrado y utilidad de la profesión; y si no se insiste tanto en este aspecto, es porque todo el mundo se inclina por naturaleza a la consideración de su provecho personal, gracias a su profesión. No está de más mencionar el sacrificio que entrañan casi todas las profesiones: el médico, levantándose a media noche para asistir a un paciente grave; el ingeniero, con fuertes responsabilidades frente a la obra, etc. La profesión también gracias a esos mismos trabajos, deja, al final de cuentas, una de las satisfacciones más hondas. • Capacidad profesional. Un profesional debe ofrecer una preparación especial en dos sentidos: capacidad intelectual y capacidad moral. La capacidad intelectual consiste en el conjunto de conocimientos que dentro de su profesión, lo hacen apto para desarrollar sus labores. Estos conocimientos se adquieren básicamente durante los estudios universitarios, pero se deben actualizar mediante las revistas, conferencias y las consultas a bibliotecas. Es responsabilidad del profesional mantenerse actualizado en conocimientos. La capacidad moral es el valor del profesional como persona, lo cual da una dignidad, seriedad y nobleza a su trabajo, digna del aprecio de todo el que encuentra. Abarca no sólo la honestidad en el trato, no sólo en el sentido de responsabilidad en el cumplimiento de lo pactado, sino además la capacidad para abarcar y traspasar su propia esfera profesional en un horizonte mucho más amplio, hacia la búsqueda y construcción de una sociedad más justa y equilibrada. El profesional debe ejercer su función desde la más estricta honradez y fidelidad a los principios. Junto a los conocimientos y habilidades para el buen desempeño, los profesionales deben caracterizarse por sus principios éticos y morales, por su honestidad a toda prueba, por su incorruptibilidad, por su disciplina, su espíritu colectivo, por su austeridad, modestia y estilo de vida sencillo. El ejercicio profesional demanda un amplio campo de autonomía, tanto personal como del colectivo en su conjunto, cuyo correlato es la asunción de las responsabilidades inherentes al desarrollo de la actividad. La RESPONSABILIDAD PROFESIONAL, es un caso paradigmático de responsabilidad moral que proviene del conocimiento especial que cada uno posee. El profesional debe dominar una parte especial del conocimiento avanzado, particularmente conocimiento que tiene que ver con el bienestar de los otros, que demarcan una profesión. Como guardianes del conocimiento especial que influye en el bienestar humano, los profesionales están obligados por responsabilidades morales especiales, que son requerimientos morales, a aplicar a su conocimiento, de forma que beneficie al resto de la sociedad. Dicho lo anterior, podemos hablar de la existencia tanto de una ética como de una deontología profesional. La primera se centraría sobre todo en perfilar y definir el bien de una determinada profesión (no sólo el personal del propio profesional, sino especialmente su aportación al bien social o común), mientras que la segunda se ocuparía de las obligaciones propias de dicha actividad. En otras palabras: la ética profesional sería la expresión de las diversas y plurales éticas de máximos existentes en todos y cada uno de los profesionales de especialidad, mientras que la deontología expresaría la ética de mínimos que todas las anteriores comparten y están obligadas a cumplir a pesar de sus diferencias. ÉTICA PROFESIONAL DEONTOLOGÍA Orientada al bien, a lo bueno. Orientada al deber (el deber debe estar en contacto con lo bueno). No normativa. Normas y códigos. No exigible. Exigible a los profesionales. Propone motivaciones. Exige actuaciones. Conciencia individual predominantemente. Aprobada por un colectivo de profesionales. Amplitud: se preocupa por los máximos. Mínimos obligatorios establecidos. Parte de la ética aplicada. Se ubica entre la moral y el Derecho América Latina necesita profesionales universitarios que tengan valor: • Que tengan valor para ser lo que son y no pretendan lo que no son. • Para vivir honradamente dentro de sus propios recursos y no deshonestamente a expensas de otros. • Profesionales que no quieran adquirir riqueza sin trabajar. • Profesionales que desarrollen negocios con moral. • Profesionales que tengan ciencia pero con amor a la humanidad • Profesionales que aprendan a relacionarse con los demás, en un entorno en que sean unos artífices de un trato de excelencia. • Profesionales que se metan en política pero con principios. La experiencia ética en el campo de la profesión se relaciona, fundamentalmente, con tres ideas: la idea del deber, la idea del bien y la idea del sentido. Desarrollar una profesión es, de entrada, adquirir unos deberes y llevarlos a cabo mediante la intervención en un determinado ámbito de la sociedad. En segundo lugar, es intentar hacer un bien a un destinatario y, asimismo, a un conjunto social y, en tercer lugar, es construir prácticamente un sentido con la propia actividad, con la propia vida. Trabajamos por algún motivo, para conseguir un determinado objetivo, aunque no todos coincidamos en la razón o el motivo de nuestro trabajo. A veces, la profesión tiene un sentido intrínseco, es decir, por sí misma tiene valor. En otras ocasiones, la profesión tiene un sentido extrínseco, es decir, se le atribuye valor porque gracias a ella uno alcanza determinados objetivos ajenos a la profesión, pero que no podría alcanzar sin ella. La experiencia de la profesión, al igual que la experiencia ética, se relaciona en todo caso con estos tres conceptos: el deber, el bien y el sentido. Ser profesional, sea del sector que sea, significa asumir unos determinados deberes. La experiencia ética se refiere directamente a la experiencia del deber. `

sábado, 19 de septiembre de 2009

LOS PECADOS CAPITALES

Los Pecados Capitales
y las Virtudes que los vencen (Virtudes Capitales)
Etim: latín, Capitalis, principal.
Ver también: Virtud | Pecado | Virtudes Teologales | Frutos del Espíritu Santo
Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana caída está principalmente inclinada. Es por eso muy importante para todo el que desee avanzar en la santidad aprender a detectar estas tendencias en su propio corazón y examinarse sobre estos pecados.
Catecismo #1866: Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser referidos a los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a san Juan Casiano y a san Gregorio Magno (mor. 31, 45). Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula, la pereza.
Los pecados capitales son enumerados por Santo Tomás (I-II:84:4) como siete: vanagloria (orgullo), avaricia, glotonería, lujuria, pereza, envidia, ira. San Buenaventura (Brevil., III,ix) enumera los mismos. El número siete fue dado por San Gregorio el Grande (Lib. mor. in Job. XXXI, xvii), y se mantuvo por la mayoría de los teólogos de la Edad Media. Escritores anteriores enumeraban 8 pecados capitales: San Cipriano (De mort., iv); Cassian (De instit. cænob., v, coll. 5, de octo principalibus vitiis); Columbanus ("Instr. de octo vitiis princip." in "Bibl. max. vet. patr.", XII, 23); Alcuin (De virtut. et vitiis, xxvii y sgtes.)
El término "capital" no se refiere a la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. De acuerdo a Santo Tomás (II-II:153:4) “un vicio capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, un hombre comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal”.
Lo que se desea o se rechaza en los pecados capitales puede ser material o espiritual, real o imaginario.
Todos tenemos una tendencia hacia los pecados capitales. Ver Concupiscencia
Pecados Capitales Virtudes para vencerles
1-Soberbia
ante el deseo de alto honor y gloria Humildad Reconocer que de nosotros mismos solo tenemos la nada y el pecado.
2-Avaricia
ante el deseo de acaparar riquezas Generosidad
Dar con gusto de lo propio a los pobres y los que necesiten.
3- Lujuria
ante el apetito sexual Castidad. logra el dominio de los apetitos sensuales
4- Ira
ante un daño o dificultad Paciencia. Sufrir con paz y serenidad todas las adversidades.
5- Gula
ante la comida y bebida Templanza. Moderación en el comer y en el beber
6- Envidia
resiente las cualidades, bienes o logros de otro porque reducen nuestra auto-estima Caridad. Desear y hacer siempre el bien al prójimo
7- Pereza
del desgano por obrar en el trabajo o por responder a los bienes espirituales Diligencia. Prontitud de ánimo para obrar el bien

Virtud
(Etim. Latín virtus, viril, fuerza de carácter)
Virtud es una propensión, facilidad y prontitud para conocer y obrar el bien.
Virtud es un buen hábito que capacita a la persona para actuar de acuerdo a la razón recta. Hace de su poseedor una buena persona y hace sus actos también buenos. Fr. John Hardon, Modern Catholic Dictionary.
Un mal hábito se llama vicio
Las virtudes adquiridas no dependen de la fe. Una persona con el uso de la razón y con su esfuerzo natural puede llegar a ser virtuosa. Pero por la fe nos abrimos a la gracia que perfecciona las virtudes, capacitando la acción sobrenatural, el bien mas perfecto.

Ver también:
Virtudes Teologales
Distinción entre virtudes adquiridas, infusas y dones del Espíritu
Virtudes que vencen a los pecados capitales
Gratitud

Del Catecismo
1803 “Todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, todo eso tenedlo en cuenta” (Flp 4, 8).
La virtud es una disposición habitual y firme a hacer el bien. Permite a la persona no sólo realizar actos buenos, sino dar lo mejor de sí misma. Con todas sus fuerzas sensibles y espirituales, la persona virtuosa tiende hacia el bien, lo busca y lo elige a través de acciones concretas.
El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios. (S. Gregorio de Nisa, beat. 1).
I- Las virtudes humanas
1804 Las virtudes humanas son actitudes firmes, disposiciones estables, perfecciones habituales del entendimiento y de la voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta según la razón y la fe. Proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien.
Las virtudes morales se adquieren mediante las fuerzas humanas. Son los frutos y los gérmenes de los actos moralmente buenos. Disponen todas las potencias del ser humano para armonizarse con el amor divino.
Virtudes cardinales
1805 Cuatro virtudes desempeñan un papel fundamental. Por eso se las llama ‘cardinales’; todas las demás se agrupan en torno a ellas. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. ‘¿Amas la justicia? Las virtudes son el fruto de sus esfuerzos, pues ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza’ (Sb 8, 7). Bajo otros nombres, estas virtudes son alabadas en numerosos pasajes de la Escritura.
1806 La prudencia es la virtud que dispone la razón práctica a discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y a elegir los medios rectos para realizarlo. ‘El hombre cauto medita sus pasos’ (Pr 14, 15). ‘Sed sensatos y sobrios para daros a la oración’ (1 Pe 4, 7). La prudencia es la ‘regla recta de la acción’, escribe santo Tomás (s. th. 2-2, 47, 2), siguiendo a Aristóteles. No se confunde ni con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación. Es llamada ‘auriga virtutum’: conduce las otras virtudes indicándoles regla y medida. Es la prudencia quien guía directamente el juicio de conciencia. El hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio. Gracias a esta virtud aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar. >>
1807 La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada ‘la virtud de la religión’. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común. El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo. ‘Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo’ (Lv 19, 15). ‘Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que también vosotros tenéis un Amo en el cielo’ (Col 4, 1). >>
1808 La fortaleza es la virtud moral que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos en la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor, incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones. Capacita para ir hasta la renuncia y el sacrificio de la propia vida por defender una causa justa. ‘Mi fuerza y mi cántico es el Señor’ (Sal 118, 14). ‘En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo’ (Jn 16, 33).>>
1809 La templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad. La persona moderada orienta hacia el bien sus apetitos sensibles, guarda una sana discreción y no se deja arrastrar ‘para seguir la pasión de su corazón’ (Si 5,2; cf 37, 27-31). La templanza es a menudo alabada en el Antiguo Testamento: ‘No vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena’ (Si 18, 30). En el Nuevo Testamento es llamada ‘moderación’ o ‘sobriedad’. Debemos ‘vivir con moderación, justicia y piedad en el siglo presente’ (Tt 2, 12). >>
Vivir bien no es otra cosa que amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todo el obrar. Quien no obedece más que a El (lo cual pertenece a la justicia), quien vela para discernir todas las cosas por miedo a dejarse sorprender por la astucia y la mentira (lo cual pertenece a la prudencia), le entrega un amor entero (por la templanza), que ninguna desgracia puede derribar (lo cual pertenece a la fortaleza). (S. Agustín, mor. eccl. 1, 25, 46).
Las virtudes y la gracia
1810 Las virtudes humanas adquiridas mediante la educación, mediante actos deliberados, y una perseverancia, mantenida siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas.
1811 Para el hombre herido por el pecado no es fácil guardar el equilibrio moral. El don de la salvación por Cristo nos otorga la gracia necesaria para perseverar en la búsqueda de las virtudes. Cada cual debe pedir siempre esta gracia de luz y de fortaleza, recurrir a los sacramentos, cooperar con el Espíritu Santo, seguir sus invitaciones a amar el bien y guardarse del mal.
Las Virtudes teologales informan y vivifican todas las virtudes morales.
Para comprender las virtudes teologales, primero lea lo que es Virtud
Del Catecismo
1812 Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina (cf 2 P 1, 4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino.
1813 Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (cf 1 Co 13, 13).
Resumen
1840 Las virtudes teologales disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y amado por El mismo.
1841 Las virtudes teologales son tres: la fe, la esperanza y la caridad (cf 1 Co 13, 13). Informan y vivifican todas las virtudes morales.
1842 Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que El nos ha revelado y que la Santa Iglesia nos propone como objeto de fe.
1843 Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla.
1844 Por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el ‘vínculo de la perfección’ (Col 3, 14) y la forma de todas las virtudes.
FE:
Etim: del latín: fides, creer.
Ver también: fe
"El acto de fe" es el asentimiento de la mente a lo que Dios ha revelado. Un acto de fe sobrenatural requiere gracia divina. Se da bajo la influencia de la voluntad la cual requiere la ayuda de la gracia. Si el acto de fe se hace en estado de gracia, es meritorio ante Dios. Actos explícitos de fe son necesarios, por ejemplo, cuando la virtud de la fe está siendo probada por la tentación o cuando nuestra fe es retada o cuando estamos ante actitudes mundanas contrarias a la fe. Estas situaciones debilitarían nuestra fe si no recurrimos a un acto de fe. Un ejemplo de acto de fe: "Dios mío, yo creo en Tí y todo lo que nos enseñas en Tu Iglesia, porque Tu los has dicho y tu palabra es veraz". El acto de fe no siempre se vocaliza. En muchas situaciones lo hacemos y está siempre latente en nuestro corazón.
Del Catecismo
1814 La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque El es la verdad misma. Por la fe ‘el hombre se entrega entera y libremente a Dios’ (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. ‘El justo vivirá por la fe’ (Rm 1, 17). La fe viva ‘actúa por la caridad’ (Ga 5, 6).
1815 El don de la fe permanece en el que no ha pecado contra ella (cf Cc. Trento: DS 1545). Pero, ‘la fe sin obras está muerta’ (St 2, 26): privada de la esperanza y de la caridad, la fe no une plenamente el fiel a Cristo ni hace de él un miembro vivo de su Cuerpo.
1816 El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: ‘Todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia’ (LG 42; cf DH 14). El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvación: ‘Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos’ (Mt 10, 32-33).
Resumen
1842 Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que El nos ha revelado y que la Santa Iglesia nos propone como objeto de fe.
Fe en relación a la moral
2087 Nuestra vida moral tiene su fuente en la fe en Dios que nos revela su amor. San Pablo habla de la ‘obediencia de la fe’ (Rm 1, 5; 16, 26) como de la primera obligación. Hace ver en el ‘desconocimiento de Dios’ el principio y la explicación de todas las desviaciones morales (cf Rm 1, 18-32). Nuestro deber para con Dios es creer en El y dar testimonio de El.
2088 El primer mandamiento nos pide que alimentemos y guardemos con prudencia y vigilancia nuestra fe y que rechacemos todo lo que se opone a ella. Hay diversas maneras de pecar contra la fe:
La duda voluntaria respecto a la fe descuida o rechaza tener por verdadero lo que Dios ha revelado y la Iglesia propone creer. La duda involuntaria designa la vacilación en creer, la dificultad de superar las objeciones con respecto a la fe o también la ansiedad suscitada por la oscuridad de ésta. Si la duda se fomenta deliberadamente, puede conducir a la ceguera del espíritu.
2089 La incredulidad es el menosprecio de la verdad revelada o el rechazo voluntario de prestarle asentimiento. ‘Se llama herejía la negación pertinaz, después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos’ (CIC can. 751).
ESPERANZA
Etim: Del latín: spes.
Ver también Esperanza
Del Catecismo
1817. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. ‘Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa’ (Hb 10,23). Este es ‘el Espíritu Santo que El derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna’ (Tt 3, 6-7).
1818 La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.
1819 La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham en las promesas de Dios; esperanza colmada en Isaac y purificada por la prueba del sacrificio. ‘Esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones’ (Rm 4, 18).
1820 La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a través de las pruebas que esperan a los discípulos de Jesús. Pero por los méritos de Jesucristo y de su pasión, Dios nos guarda en ‘la esperanza que no falla’ (Rm 5, 5). La esperanza es ‘el ancla del alma’, segura y firme, ‘que penetra... a donde entró por nosotros como precursor Jesús’ (Hb 6, 19-20). Es también un arma que nos protege en el combate de la salvación: ‘Revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación’ (1 Ts 5, 8). Nos procura el gozo en la prueba misma: ‘Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación’ (Rm 12, 12). Se expresa y se alimenta en la oración, particularmente en la del Padre Nuestro, resumen de todo lo que la esperanza nos hace desear.
1821 Podemos, por tanto, esperar la gloria del cielo prometida por Dios a los que le aman (cf Rm 8, 28-30) y hacen su voluntad (cf Mt 7, 21). En toda circunstancia, cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, ‘perseverar hasta el fin’ (cf Mt 10, 22; cf Cc. Trento: DS 1541) y obtener el gozo del cielo, como eterna recompensa de Dios por las obras buenas realizadas con la gracia de Cristo. En la esperanza, la Iglesia implora que ‘todos los hombres se salven’ (1Tm 2, 4). Espera estar en la gloria del cielo unida a Cristo, su esposo:
Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin. (S. Teresa de Jesús, excl. 15, 3)
Resumen
1843 Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la vida eterna y las gracias para merecerla.
Esperanza en relación a la moral
2090 Cuando Dios se revela y llama al hombre, éste no puede responder plenamente al amor divino por sus propias fuerzas. Debe esperar que Dios le dé la capacidad de devolverle el amor y de obrar conforme a los mandamientos de la caridad. La esperanza es aguardar confiadamente la bendición divina y la bienaventurada visión de Dios; es también el temor de ofender el amor de Dios y de provocar su castigo.
2091 El primer mandamiento se refiere también a los pecados contra la esperanza, que son la desesperación y la presunción:
Por la desesperación, el hombre deja de esperar de Dios su salvación personal, el auxilio para llegar a ella o el perdón de sus pecados. Se opone a la Bondad de Dios, a su Justicia -porque el Señor es fiel a sus promesas- y a su Misericordia.
2092 Hay dos clases de presunción. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la omnipotencia o de la misericordia divinas (esperando obtener su perdón sin conversión y la gloria sin mérito).
CARIDAD
Etim: Del latín charitas.
Ver también: Caridad
Del Catecismo
1822 La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por El mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.
1823 Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Jn 13, 34). Amando a los suyos ‘hasta el fin’ (Jn 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: ‘Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor’ (Jn 15, 9). Y también: ‘Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros como yo os he amado’ (Jn 15, 12).
1824 “Fruto del Espíritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: ‘Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor’ (Jn 15, 9-10; cf Mt 22, 40; Rm 13, 8_10).
1825 Cristo murió por amor a nosotros ‘cuando éramos todavía enemigos’ (Rm 5, 10). El Señor nos pide que amemos como El hasta a nuestros enemigos (cf Mt 5, 44), que nos hagamos prójimos del más lejano (cf Lc 10, 27-37), que amemos a los niños (cf Mc 9, 37) y a los pobres como a El mismo (cf Mt 25, 40.45).
El apóstol san Pablo ofrece una descripción incomparable de la caridad: ‘La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta (1 Co 13, 4-7).
1826 “‘Si no tengo caridad -dice también el apóstol- nada soy...’. Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma... ‘si no tengo caridad, nada me aprovecha’ (1 Co 13, 1-4). La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: ‘Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad’ (1 Co 13,13). 1827 El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad. Esta es ‘el vínculo de la perfección’ (Col 3, 14); es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfección sobrenatural del amor divino.
1828 “La práctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios. Este no se halla ante Dios como un esclavo, en el temor servil, ni como el mercenario en busca de un jornal, sino como un hijo que responde al amor del ‘que nos amó primero’ (1 Jn 4,19):
O nos apartamos del mal por temor del castigo y estamos en la disposición del esclavo, o buscamos el incentivo de la recompensa y nos parecemos a mercenarios, o finalmente obedecemos por el bien mismo del amor del que manda... y entonces estamos en la disposición de hijos (S. Basilio, reg. fus. prol. 3).
1829 La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión:
La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos (S. Agustín, ep.Jo. 10, 4).
Resumen
1844 Por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el ‘vínculo de la perfección’ (Col 3, 14) y la forma de todas las virtudes.
La Caridad en relación a la moral
2093 La fe en el amor de Dios encierra la llamada y la obligación de responder a la caridad divina mediante un amor sincero. El primer mandamiento nos ordena amar a Dios sobre todas las cosas y a las criaturas por El y a causa de El (cf Dt 6, 4-5).
2094 Se puede pecar de diversas maneras contra el amor de Dios. La indiferencia descuida o rechaza la consideración de la caridad divina; desprecia su acción preveniente y niega su fuerza. La ingratitud omite o se niega a reconocer la caridad divina y devolverle amor por amor. La tibieza es una vacilación o negligencia en responder al amor divino; puede implicar la negación a entregarse al movimiento de la caridad. La acedía o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino. El odio a Dios tiene su origen en el orgullo; se opone al amor de Dios cuya bondad niega y lo maldice porque condena el pecado e inflige penas.
Conclusión: Dios nos invita a la participación en la vida divina. Su amor quiere levantarnos a una vida digna de los hijos de Dios. Abramos el corazón a las virtudes de la fe, esperanza y caridad, y erradiquemos de nuestra vida todo lo que nos separa de Dios.
Pecado
Ver también: Pecados capitales; Pecados contra el Espíritu Santo; Culpa; Tentación
El pecado no es un tema agradable. Es como hablar del cáncer con la diferencia que TODOS tenemos pecado y, si no se sana, el diagnóstico es muerte eterna. La buena noticia es que Cristo vino para perdonar y sanar. Pero requiere de nuestra cooperación.
El pecado original lo heredamos de nuestros padres. Es un estado que implica carencia de la gracia de Dios, causa desorden en nuestras vidas inclinándonos al pecado actual. El pecado original es voluntario, no por un acto personal voluntario nuestro, sino por un acto de la voluntad de Adán. Ver Pecado Original>>>
El pecado actual es todo acto voluntario de pensamiento, palabra, obra u omisión contrario a la recta razón. Quien peca gravemente o mortalmente y no se arrepiente adecuadamente comienza a vivir una vida permanentemente alejada de Dios. El acto pasa, pero el alma del pecador continúa en estado de pecado: manchada y privada de la gracia. Se le llama "estado de pecado" (maccula peccati, reatus culpae Sto. Tomás (I-II:87:6). Este estado continúa hasta que la penitencia restaure el orden.
Pecado Formal: acciones hechas libremente y con conocimiento de que son contrarias a Dios.
Pecado Material: acciones que son objetivamente pecaminosas pero se realizan sin culpa personal porque el autor carece de libertad o es ignorante del mal que hace.
Pecado Mortal: separa a la persona de la amistad con Dios o intensifica el alejamiento que la persona ya tiene. Implica un pecado grave que se hace con suficiente conocimiento y libertad; la consecuencia es la perdida de la gracia santificante y la participación de la vida divina que Cristo nos mereció. Además pierde todos los méritos adquiridos por los actos buenos realizados anteriormente y deja de ser heredero del Reino. Morir así es enfrentarse con el juicio de Dios y con la separación eterna de Dios = Infierno.
No todos los pecados son igualmente graves. Santiago 3,2 "Porque todos cometemos muchos errores.." El juicio sobre la gravedad del pecado no se basa en la opinión popular sino de la enseñanza de la Iglesia.
Pecado Venial: es una ofensa que no rompe la relación con Dios pero si la debilita. Quien no lucha contra estos pecados se hace mas vulnerable al pecado mortal. Se trata de una negligencia o vacilación o tropiezo en el seguimiento de Cristo.
Ej: descuido en observar una promesa de hacer algún ligero favor a un amigo, cuando tal descuido puede contrariar pero no perjudicar. Otro ejemplo sería violar una responsabilidad grave pero solo en un pequeño grado. Un pecado venial es el mayor de todos los males fuera del pecado mortal.
El pecado lleva a mas pecado
Todo acto de amor y de fe por el cual se vuelve a Dios no es un acto aislado sino que tiene raíces en respuestas anteriores a las gracias, análogamente el pecado mortal ordinariamente tiene raíces en actos anteriores de infidelidad.
Dios nos espera para perdonarnos si tan solo confiamos en su misericordia, nos arrepentimos y nos confesamos.

¿Por que decimos que el pecado está principalmente en la intención y no en la acción en sí?
RESPUESTA
El pecado es una opción deliberada (libre) y conscientemente elegida, contra la voluntad de Dios. Cuando se toma esa opción ya se está en pecado aunque no se haya ejecutado exteriormente. Por eso se puede pecar de pensamiento y de omisión.
El pecado de Adán y Eva fue separarse de Dios para convertirse ellos mismo en dioses.
“Dios sabe que en el momento que comáis la fruta vuestros ojos se abrirán y seréis como dioses” (Génesis 3:5)
Ser como dioses significa ser la autoridad suprema, jueces supremos del bien y del mal. Es una actitud del corazón.
Puede que en teoría aun se acepten las enseñanzas de Cristo, PERO estas quedan en efecto nulificadas porque la soberbia ha cegado el discernimiento. Entonces la interpretación personal justifica el deseo de pecar y no se deja iluminar por la enseñanza de la Iglesia. Podemos entonces decir que tenemos "buena intención" cuando en verdad solo es buena según nuestro falso juicio.
La rebelión del corazón contra Dios es la esencia de nuestro pecado. Claro que los hechos externos son muy importantes y manifiestan el pecado del corazón.
No se debe confundir la tentación con el pecado. El demonio nos invita a pecar (tentación), pero podemos resistir y vencer. Jesús también fue tentado pero rechazó al demonio. Quien resiste la tentación abrazando la cruz y confiando en Dios, se fortalece y vence al demonio.
Pecamos cuando asentimos a la tentación, aunque solo quede en la mente.

VICIOS CAPITALES Y VIRTUDES

• Los 7 pecados Capitales
• La Lujuria
• La Gula
• La Avaricia
• La Pereza
• La Ira
• La Envidia
• La Soberbia
• Pecado Capital: Lujuria
• La lujuria es el pecado que habla del deseo sexual incontrolable, aquellos deseos y pensamientos totalmente incontrolables. La lujuria puede llevar a adulterio, adicción y otras transgresiones a las que una persona no debería llegar.
• Una persona sumida en este Pecado Capital no ve a la persona con la que esta como otro igual, sino que la ve como un objeto para llevar a cabo sus deseos y pensamientos. Es decir, una persona lujuriosa solo ve a la otra persona como un medio para llegar a su objetivo.
Pecado Capital: Gula
La Gula es el Pecado Capital que engloba al ansia por comer y beber sin medida. Aunque esto es lo que se entiende ahora, antiguamente se refería a cualquier exceso.
La Gula o Glotonería, como ya se ha dicho es el consumir en exceso sin necesidad y de forma totalmente irracional. Se podría decir que es comer por comer y beber por beber, sin necesidad de tener hambre, ni sed.
Pecado Capital: Avaricia (Codicia)
La avaricia, también conocida como codicia es otro Pecado Capital que tiene que ver con el exceso. La codicia es la adquisición de objetos y riqueza sin animo de compartir.
Y es que una persona avariciosa solo quiere acaparar objetos y riquezas para beneficiarse de forma única, sin tener en cuenta a los demás en ningún momento. Además, normalmente, esta acaparación no se lleva a cabo de una forma ética.
Pecado Capital: Pereza
La Pereza es otro de los Pecados Capitales. Una persona perezosa es aquella que no hace nada que sea estrictamente necesario. Este Pecado Capital, la pereza, puede llegar a limites en los que la persona deje de asearse, salir de casa, moverse. Pereza en estado puro.
Los perezosos descuidan totalmente los deberes, no les gusta el trabajo, los estudios. Buscan vivir sin ningún tipo de obligación.
Pecado Capital: Ira (Enojo)
La ira, enojo, odio. Este Pecado Capital es la sensación de rabia que hace que la persona se obceque, no piense, no controle sus instintos. En estado de rabia no se piensa, negando la verdad, creyendo que se posee la misma en todo momento.
La ira puede darse por muchas razones, por celos, venganza, intolerancia. Normalmente este odio es totalmente injustificado y desmedido.
Las consecuencias de la ira es la intolerancia hacia las personas distintas, asaltos y otros muchos delitos y discriminaciones.
Pecado Capital: Envidia
La envidia es un Pecado Capital donde existe una obsesión por lo ajeno. Una persona envidiosa, a parte de querer lo que tiene, quiere tener lo que tiene otros. Y es capaz de hacer cualquier cosa para obtenerlo.
La envidia hace que las personas se hagan posesivas y crean que todo lo que tienen las otras personas en necesario para ellos. Creyendo que es imprescindible para ellos, pasando de la admiración por lo ajeno a un deseo desenfrenado por ello.
Pecado Capital: Sobervia (Orgullo)
El Sobervia es otro de los Pecados Capitales, también es conocida como el orgullo. La Sobervia puede considerarse como el inicio de otros de los Pecados Capitales. El orgullo aparece cuando una persona quiere ser o parecer más atractiva, mejor y más importante que el resto de sus iguales.
Pero la sobervia no solo hace que la persona sea mejor, este Pecado Capital hace que la persona orgullosa sea incapaz de valorar a otras personas, creyendo que si lo hace no parecerá tan bueno.
Las Siete Virtudes son:
• Castidad: Contrarresta la Lujuria
• Templanza: Ayuda a afrontar la Gula.
• Generosidad: Se confronta con la Avaricia
• Diligencia: Lo contrario a la Pereza.
• Paciencia: Ayuda a la persona contra la Ira.
• Caridad: Contra la Envidia.
• Humildad: Afronta a la Soberbia.

domingo, 13 de septiembre de 2009

ENSAYO
CHARLAS CON LA REALIDAD
EL AGUILA, EL RATON Y EL GUSANO
POR: FERNANDO RODRÍGUEZ ARIAS

Pienso que la vida de las personas se asemeja a la de tres seres. El águila, el ratón y el gusano. El águila se eleva a las alturas, es impotente, osada, fuerte, nunca se acobarda, con paciencia mira a las criaturas de abajo, su misión es volar, recorrer los anchos espacios, dominar desde lo alto; es rápida, certera, decidida, no se amilana ante nada.

• Tal es la vida de las personas que nacen para ser verdaderos protagonistas de este mundo, personas inteligentes, realistas, que asumen la vida con personalidad, con madurez, que tienen carisma, ansias de vivir, personas que saben descubrir lo real que siempre se presenta oculto por las apariencias; personas que saben comprender el porqué, el cómo y el quién; personas que viven con intensidad porque en ello esta la esencia de su vivir, personas que ven el mundo de una manera realista, no se dejan manosear y entienden las cosas como son. Así son las Águilas.

El ratón es cobarde, temeroso, pero sobre todo es GRIS; vive con la basura, en la basura y de la basura, es sucio, su presencia causa escozor, esta condenado a vivir en los rincones siempre escondido, lleva una vida gris y gris mente muere.

• Tal es la vida de las personas en las que todo es una sorda monotonía, una continua rutina; son vegetales que escasamente existen, llevan una vida oscura, sin brillo; carecen de iniciativa, de ambición, de propósitos, viven “porque sí”, su basura es su ignorancia aunque creen que saben mucho y no entienden la realidad del mundo aunque se las demuestren de mil formas; en muchos su matrícula gris la da su petulancia y su pretendido sabihondismo que no son más que la muestra de su carencia, son las grises personas vacilante, temen afrontar situaciones. Así son los ratones.
El gusano se arrastra, pues de otra forma no puede existir, por donde pasa va dejando una huella húmeda asquerosa, produce fastidio y algunos son venenosos; el gusano es débil, inconsistente, postrado.

• Si que hay gusanos en nuestra sociedad; unos son seres bajos, ruines, envidiosos, seres hipócritas, de doble faz, azuzadores, cuyos criterios de verdad les hace practicar carajadas y ven siempre el mundo al revés., nunca derecho. Otros gusanos los presenta la vida como personas hechas solo para recibir ordenes, no les gusta PENSAR pues imaginan que es un trabajo muy fatigante, no tienen ninguna clase de formación sólida, rechazan la realidad de la vida y prefieren apoltronarse en su mundo mágico, sobrenatural; sus complejos no les permite alzar la mirada o sostener la del otro y piensan que TODO ESTA BIEN así como está.

Cuando el águila en su vuelo encuentra nubarrones oscuros, simplemente dirige sus fuerzas a esquivarlos o aniquilarlo, pero en ningún momento se deja influir por ellos y si alguna vez, un potente rayo la alcanza y la hace caer al suelo, el águila saca fuerzas de flaqueza, hace esfuerzos sobrenaturales y vuelve a emprender su vuelo así sea con las alas rotas, nunca veremos a un águila ARRASTRANDOSE.

El gusano y el ratón son conformistas ; QUIETOS, pusilánimes, buscan acomodar su vida a lo que ya está hecho pero nunca HACEN NADA, son parásitos, de sí mismos y se dedican a mirar desde abajo el imponente vuelo de las águilas, ellos piensan que fueron condenados desde siempre a llevar una vida rastrera y que no pueden hacer nada para cambiar sus tortuosas vidas y entonces se hunden más en el fango de su propia mentira, se revuelcan en el pantano de su pequeñez y se embriagan con ella, como si tal cosa los alegrara mucho. Desconocen el ratón y el gusano, que de haberlo querido hubieran podido ser águilas, por la Ley dialéctica de la vida; pero encontraron más cómodas las vidas que adoptaron y se quedaron en ellas.

El águila es generosa y apreciativa, noble y generosa, leal y no gusta de atacar por la espalda, en cambio el gusano es egoísta y marrullero y está pendiente de quien le de la oportunidad de tumbarlo en lo que sea. El ratón como ni le va ni le viene. Sólo alcanza a levantar la mirada para expresar. “lo que no es conmigo, no me importa, así se maten todos los demás que cada quien se defienda como pueda” y con esto se justifica para esconder la cabeza como avestruz como si esto fuera un acto muy valiente.

Si usted lo analiza estará de acuerdo en que la vida de las personas se asemeja a la del águila, el ratón y el gusano. Sólo me resta preguntarle: ¿con cual de ellos se identifica usted?